Sonia Agudo: “La falta de apoyo institucional siempre será el principal desafío de la cooperación internacional”

+

Con motivo de la celebración del Día Mundial del Cooperante, Médicos y Pacientes habla con Sonia Agudo, directora de la Fundación para la Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial (FCOMCI), para conocer los principales retos a los que se enfrentan en la actualidad los médicos cooperantes, los principales proyectos en los que se encuentra inmersa la Fundación, así como de las características y requisitos necesarios para conseguir salir a terreno de una forma responsable y eficaz

  • ¿Qué papel desempeña la FCOMCI en la promoción de la cooperación internacional en el ámbito médico y de la salud?

Esta Fundación tiene un papel catalizador de todo ese entusiasmo e inquietudes de los profesionales sanitarios, y los médicos en particular, que les mueve a seguir ejerciendo su profesión más allá de su trabajo remunerado. Además, también trabajamos para identificar a estos médicos solidarios y cómo se distribuyen en el territorio nacional. Estos datos nos ayudan a tener un mapa más certero de cómo funciona la cooperación sanitaria en España. También nos ayudan a ponerles nombre, a visibilizar su labor, a darles el valor profesional y social que merecen. Porque, como dijo Adela Cortina: “Hasta que las cosas no tienen nombre, creemos que no existen”. Y eso es lo que ha ocurrido con la figura de los médicos cooperantes y voluntarios en España, que ha funcionado hasta ahora de manera muy descentralizada, dispersa y anónima.

  • ¿Cuáles son los principales proyectos o iniciativas en los que la FCOMCI está involucrada actualmente?

Estamos poniendo el foco en programas relacionados con la formación. La cooperación sanitaria basada en el asistencialismo puntual y no acompañada con programas de formación y permanencia debe quedar en desuso. Cuando se inició la cooperación internacional en España, esta se centró, por falta de personal, experiencia, profesionalización y estructura, en un asistencialismo con muy poca atención al capital humano existente a nivel local. En sus inicios fue muy útil y vistoso, pero a medida que vamos avanzando y optimizando la acción en terreno, queda en evidencia que los programas puramente asistencialistas no son eficaces y abren la puerta a ciertas distorsiones en las que el ‘volunturismo’ se abre paso. Es decir, un programa asistencialista es efímero. Más allá de tener la carrera de Medicina, se debe estar muy bien formado e informado para lograr una cooperación eficaz y responsable.

  • ¿Cómo ha evolucionado el trabajo de la FCOMCI a lo largo de los años en términos de cooperación internacional?

A lo largo de estos años, hemos tenido la posibilidad de ir aumentando las prestaciones que damos desde la Fundación a los médicos cooperantes y voluntarios. A medida que hay una relación más directa con los equipos que van a terreno y con los responsables de cooperación de los colegios, vamos identificando de forma más precisa las necesidades reales de aquellas personas que van a terreno, dedicando su tiempo libre y presupuesto propio a seguir ejerciendo su profesión en países empobrecidos de forma altruista.

  • En el Día Mundial del Cooperante, ¿qué mensaje le gustaría transmitir a aquellos que están interesados en participar en actividades de cooperación?

El mensaje para transmitir, sin duda, sería la importancia de la profesionalización. Debemos seguir perfeccionando la actividad sanitaria en terreno y concienciando de que por muy complejos que sean los contextos políticos, económicos y sociales, no todo vale. Desde la FCOMCI tenemos que motivar y estimular la cooperación, pero también tenemos una responsabilidad que nos lleva a ser disuasorios en ciertos aspectos. Es decir, en esa fase previa al terreno, debemos informar sobre riesgos existentes (que afectan al sanitario, a su entorno, y a la población beneficiaria) y requerir a nuestros profesionales una visión muy nítida sobre la función que desempeñarán en el país de destino, evitando de esta forma posibles desviaciones conductuales. Todo esto se consigue únicamente a través de la formación.

  • ¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrenta la cooperación internacional en el campo de la salud y cómo aborda la FCOMCI estos desafíos?

Los desafíos en la cooperación sanitaria son muchos, pero me gustaría destacar especialmente los relativos a la materia presupuestaria. El apoyo institucional y, por tanto, los avances en este ámbito están totalmente condicionados por el clima político existente. Esto supone que se produzcan grandes avances, pero también notables retrocesos. De ese impacto económico emanan otros muchos desafíos que parten desde el apoyo que pueda tener un profesional en su entorno laboral, como la trasposición de la ley del voluntariado, que facilitaría mucho la movilidad de los profesionales desde países con estructuras y sistemas de salud funcionales a otros países que presentan precariedad en este sentido. La inestabilidad institucional y la politización de la justicia social son, sin duda alguna, amenazas estructurales para la cooperación internacional.

  • ¿Puede compartir algún ejemplo destacado de un proyecto de cooperación internacional que haya tenido un impacto significativo en una comunidad o región específica?

Un ejemplo muy ilustrativo de cómo debería ser la cooperación sanitaria, en cuanto a sus bases de formación, es la Neurovascular School, un proyecto que hemos elaborado desde la FCOMCI junto con el Hospital General Universitario Dr. Balmis de Alicante y el hospital de referencia de Kiev, Ucrania. Esta iniciativa ha surgido bajo demanda específica de los médicos ucranianos, lo cual suma precisión y eficacia en la forma de transmitir y compartir conocimiento. No ha surgido de cualquier idea que de forma aleatoria y desde nuestro privilegio, se nos haya ocurrido. En mi opinión, este es el tipo de ayuda más eficaz y sostenible.

  • ¿Qué recursos, habilidades o cualidades considera esenciales para ser un cooperante eficaz en el campo médico y de la salud?

Bajo mi experiencia, destacaría por encima de todo la humildad. La capacidad de seguir aprendiendo y ser permeable por muy cualificado que uno se sienta. La escasa cualidad de ser buen oyente y observador es mucho más importante en terreno que la de ser buen orador. La conciencia social es esencial, también la empatía y la apertura a nuevas experiencias y formas de pensar y entender la vida. Lo que nos devuelve de nuevo a la humildad. Después de muchos años reconozco al buen médico cooperante y voluntario en aquel que, habiendo elegido una profesión tan vocacional y humana, en un contexto de privilegio como es el de España, tiene la capacidad de dejar su ego a un lado, reunir todas sus cualidades y meterlas en una maleta.